Es tan fácil destruir, ignorar, asolar, diezmar, extinguir...
Es tan absurdamente fácil que todos lo hacemos cada día, casi sin querer. Tratando de ignorar la repercusión de nuestra vida sobre todo lo demás, tratando de disculparnos por no poderlo evitar. O peor aún, ignorando y desconociendo que nuestra mera existencia, hasta la del más concienciado, redunda en la destrucción y desaparición paulatina de todo lo demás.
Con tan solo un tapón de corcho y unos cuantos alfileres puede construirse una pequeña Cárcel. |
Y es tan difícil. Imposible, nadie puede dejar de destruir, pues es nuestro sustento. Pero al menos debemos ser conscientes. Deberíamos ser todos dolorosamente conscientes de que estamos exterminando miles de especies, degradando millones de regiones, devastando todos los hábitats, agotando todos los recursos. De que nos estamos suicidando poco a poco.
Ojalá hubiese un modo de cambiar esa realidad, pero no lo hay. Ojalá pudiese hacer de mi vida algo útil para que al menos toda esa destrucción tuviese un propósito.
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