Ahora que ya me entiendo algo mejor con la fotografía en primer plano, mis ganas de campo y de búsqueda se han renovado significativamente. Además el campo es el mejor sitio para estar. Puede uno sentirse libre y diminuto, no rodeado por naturaleza, sino parte integrante de ella.
En mi excursión de ayer a Canencia, pese a mi insistente búsqueda, no encontré lo que iba buscando: este animalito. De hecho no encontré casi animales. Miré bajo todas las piedras que era posible mover sin el elixir de Panoramix, pero debajo de la mayoría no había nada, na-da, ni hormigas siquiera.
De lo poco que encontré, lo único que merecía la pena fotografiar eran estos pequeños sapos corredores (identificación por cortesía de Antón, que a mi su gran variedad intraespecífica me despistaba).
Ejemplar 1: Juvenil de sapillo corredor, Epidalea calamita según el CSIC.
Ejemplar 1: Otra toma del mismo individuo puesto al sol sobre una roca.
Ejemplar 2: Otro juvenil de la misma especie, este con una tonalidad
más clara.
Ejemplar 3: Otro individuo juvenil, pero significativamente más grande.
No he puesto referencia que ayude a ver su tamaño, pero pueden
compararse con los líquenes y hierbas. Los primeros ejemplares apenas
sobrepasaban el centímetro, este llegaba casi a los dos centímetros.
Ejemplar 4: Otro individuo, también juvenil, de tamaño intermedio
(en torno a un centímetro y medio).
Tras la sesión de retrato, cada uno fue devuelto a su hogar con suelo de tierra y techo de granito. Añado un pequeño vídeo (fatal grabado) para que sirva de escala y se aprecie lo diminutos que eran. En el vídeo el sapillo se hace el muerto durante unos segundos y luego escapa (accidentadamente) para esconderse bajo su piedra, es la liberación del ejemplar 1. (Esta vez a pelo, sin canciones, que luego me insultan).
El resto del subsuelo estaba habitado principalmente por tijeretas, larvas de escarabajo, y algún escarabajo adormilado. Lo único más interesante que encontré fue una enorme colonia de hormigas (de más de un metro de diámetro), con todas sus galerías y pasadizos y con todas sus hormigas hechas una bola y "congeladas", pero volví a taparlas con su manta, tejida de mica, cuerzo y feldespato, antes de que pudieran despertarse y no hice fotos.
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