Ayer, en el embalse, vi la primera helada del año. Siempre me consideré amante del frío, pero cada vez soy más friolero, y en honor a la verdad lo pasé realmente mal cuando mis pies estaban congelados (las katiuskas no combinan nada bien con el hielo, por lo visto), pese al espectáculo que mis ojos captaban.
En la foto una imagen de cómo estaba el campo, no al amanecer, sino una hora después, ya a medio derretir el hielo.
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Hasta varias horas después del amanecer,
el hielo podía observarse en las zonas
de umbría. |
Por primera vez en mi vida (o lo que es lo mismo, por primera vez este año) esta mañana he tenido que luchar con una fina capa de hielo recubriendo mi pobre coche. Cuando lo encontré estaba totalmente blanco y frío, trayendo a mi mente
uno de los más tristes recuerdos de mi infancia. Pero pensando que no era nada, me metí dentro, puse la llave en el contacto y accioné el limpiaparabrisas.
Mi sorpresa fue grande, y no grata, cuando vi que el blanco opaco del cristal no desaparecía. Y comprendí que no era un poco de escarcha y condensación, era hielo.
Y además iba pillado de tiempo. Me bajé, y con un Kleenex, lo único que tenía a mano (he tenido que buscar cómo se escribe "clinex") intenté rascar el hielo. Más o menos despejé un área de un palmo antes de que el clinex quedase empapado y mi mano congelada, pero consideré que era suficiente.
Me monté de nuevo en el coche y arranqué. Descubrí entonces que había calculado mal la altura a la que quedaba mi cara al conducir, y que para poder mirar por el palmo limpio de hielo tenía que conducir como el señor Burns con un ataque de ciática, y por supuesto con los otros cristales helados (ergo sin retrovisores).
Al menos calculé bien que apenas serían unas manzanas, y al momento ya pude estirar el cuello y conducir normal...
Conclusión: parece que el frío por fin ha llegado. Pese a todo me alegro, me encanta el invierno y todo lo que conlleva.