En el paseo hacia el castillo Sofía y Antón nos contaron que las fachadas de Victoria Street debían, por ley, tener colores variados y llamativos, nos contaron por qué el bar frente al pedestal de la horca se llama "The Last Drop", y cómo la pobre Maggie Dickson se salvó de la horca y decidió comprarse una casa con vistas a su eludido destino.
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Al principio de la calle Grassmarket se encuentra un círculo de unos dos metros que marca el lugar donde se ahorcaban a los criminales. |
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La arquitectura de Edimburgo se ciñe a un modelo que otorga a la ciudad gran homogeneidad y belleza (casas de tres o cuatro pisos con tejados a dos aguas de gran pendiente). |
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En la calle Victoria los comercios pintan las fachadas de colores llamativos. |
Por la balconada de la calle Victoria accedimos a unos callejones que nos condujeron hasta el final de la Milla Real, junto a la explanada frente al castillo. El castillo, poco llamativo desde esta perspectiva, se asienta sobre un macizo de origen volcánico, modelado por las glaciaciones, como muchos montes de la zona.
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El castillo de Edimburgo, nevado. Las multiples dependencias que conforman la ciudadela son ahora varios museos. |
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Antonio, Sofía, Sonia y Antón. Y el castillo de Edimburgo. |
¡Anda que has tardado tú mucho en actualizar el blog! A saber cuánto has dormido esta noche... (lo suficiente, supongo :-p).
ResponderEliminarSe agradece que hagas una crónica tan pormenorizada; con el paso del tiempo seguro que servirá, a mí el primero, para recordar qué hicimos aquellos días. Un millón de gracias por todo a ti también.