martes, 13 de diciembre de 2011

Edimburgo (Día 2 - Tercera parte)

Después de visitar la entrada del castillo (no lo vimos por dentro), recorrimos la milla que lo separa del Palacio de Holyrood House.

Desde la explanada del castillo se contempla una bonita panorámica de toda
la ciudad nevada.

Y nos paramos en absolutamente todas las tiendas de la milla, y en varios puntos de interés, de modo que echamos casi toda la mañana en el recorrido (afortunadamente Edimburgo no es muy grande y no teníamos que ir con prisas por temor a perdernos demasiado).

Las bufandas, kilts y otros textiles de cashemere con estampado de cuadros
son el producto estrella del turismo en Escocia.

A través de uno de los callejones que salen de la Royal Mile, se llega a
una plaza donde se encuentra la famosa fuente del Periquito en la Bañera.
Cuenta la leyenda que aquel que alimente al ave con cariño de su propia
mano será afortunado y obtendrá enormes éxitos académicos y laborales
(como exitosa y rápida publicación de tesis doctorales).

Frente a la plaza del periquito (que por desgracia no todos alimentamos, al desconocer la tradición), el edificio más alto de edimburgo, The Hub, una antigua iglesia reutilizada como centro de información y cafetería (cosa habitual en Edimburgo).

The Hub, el edificio más alto de Edimburgo,
un café que sirve de centro de información
durante los eventos turísticos.

Pocas manzanas después la Plaza del Parlamento, donde los reyes se erigían como tal, tres días después de su coronación en Londres de acuerdo con la tradición. Frente a esta plaza está el Ayuntamiento, bajo el que se encuentra The Real Mary King's Close.

Además de proclamarse monarcas, algunos también celebraban bacanales
usando esta plaza como fuente y surtidor de vino.

Frente al antiguo parlamento, las manos de varios escritores famosos
nacidos en Edimburgo decoran el suelo.

Junto a la estatua del empirista-escepticista David Hume (que no Desmond
Hume, también escocés), el hombre más fotografiado de la ciudad practica
su ruidoso arte.

En el pequeño museo de la policía, además de pintorescos uniformes y armas de lo más expeditivas, se expone esta bonita cartera de piel, fruto del buen trabajo policial y de la confesión del bueno de William Hare. Una historia de lo más interesante, en la que se han basado un par de películas.

La confesión de Hare sentenció a muerte a William Burke por el asesinato
de 17 personas para vender sus cuerpos al doctor Robert Knox. 

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