miércoles, 14 de diciembre de 2011

Edimburgo (Día 4 - Primera parte)

En nuestro último día nos levantamos sin tanta prisa, desayunamos los 5 juntos y luego pasamos la mañana en planes separados. Sofía y Antonio fueron a patinar sobre hielo, mientras que nosotros fuimos a visitar una parte del Museo Nacional de Escocia.

El último día en Edimburgo el sol se dejó ver un poco, por primera vez
desde que llegamos.

Dado que nuestra vocación es la zoología, y no teníamos tiempo para ver el museo entero, nos limitamos a la parte de historia natural, que estaba constituida básicamente por una colección de animales disecados, representaciones de resina y paneles informativo-interactivos. Y ahí acaba todo parecido con el museo de Ciencias Naturales de Madrid.

En primer lugar pongo algunas imágenes generales del caos que supone el primer encuentro con esta parte del museo. Pido disculpas al Museo y a los que vayan a ver estas imágenes, la poca luz, los cristales, y la imposibilidad de uso del flash me obligaron a usar isos muy altos, traduciéndose en unas imágenes muy ruidosas y oscuras, además como no son de paisajes ni de cosas concretas, no me he molestado en seguir un mismo modelo y cada una tiene un tamaño y formato diferente. Es un lugar precioso y pese a las fotos regulares, seguro que se puede intuir parte de su belleza.

La puerta de la calle da a este hall (sin
taquillas ni pasillos, ya que además es
gratuito).

A uno de los laterales del gran recibidor se encuentra la sala de ciencias
naturales, varios pisos de un caos de paneles, maquetas, animales y
representaciones.

Nada más atravesar el acceso a la sala,
gobernado por un Megaloceros espectacular,
 te encuentras bajo el esqueleto de este
Tiranosaurus rex

La grandeza del museo escocés radica no tanto en la rareza o singularidad de los ejemplares (que también) si no en la magnífica organización del museo y en la disposición, realista y activa, de los animales. En el museo de Ciencias Naturales de Madrid, las vitrinas están atestadas por cientos de animales, como muñecos en un expositor de un supermercado (solo que más hacinados), lejos de exhibir su gran variedad, esto impide al visitante (o al menos a mi) recrearse en la contemplación de cada ejemplar.

Al principio resulta un poco caótico y parece
desordenado, pero en seguida entiendes cómo
está ordenado y resulta muy vistoso y entretenido.

Además en este museo los animales no estaban ordenados tradicionalmente por grupos taxonómicos, sino en función de muchos criterios, tales como mimetismos, modos de alimentación, modos de locomoción, etc. Ayudando a comparar entre distintos animales y haciendo la visita mucho más instructiva y entretenida.

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